Lugares para perderse (I)
Ayers Rock
Geraldine me ha escrito ya dos veces a mi correo para saber si me pasaba algo por no postear. No, Geraldine no es ninguna chica que conozca, sino el amable robot de over-blog que te avisa cuando llevas 20 días sin postear para indagar lo que ocurre y saber si has abandonado el blog definitivamente. Además te pide con una exquisita cortesía que, en el caso de que no te satisfaga over-blog por alguna razón, les escribas un correo y se lo transmitas a los administradores, que estarán encantados de conocer las razones. Joder, si es que dan ganas de postear para que no te envíen un robot tan educado. Es como el cobrador del frac bloguero, pero sin amenazas ni coacciones.
Aprovecho pues para escribir de forma breve, si es que soy capaz de ello, un pequeño artículo sobre los lugares en los que me gustaría perderme, dando así inicio a una nueva categoría en mi blog.
Uluru, nombre por el que conocen los aborígenes anangu a este extraño y magnético monte, fue bautizado por el hombre blanco como Ayers Rock, y se encuentra, como todos ustedes saben, en el centro de Australia, concretamente, en el parque nacional Kata Tjuta, en la provincia de Northern Territory.
La propiedad del parque y de la propia montaña, pertenece a los indígenas, que lo consideran un lugar sagrado, morada de dioses, que no debe escalarse. Pero, el hombre blanco no entiende de dioses locales, y el parque es el lugar más visitado del continente, y está habitualmente lleno de turistas. Incluso el gobierno ha tenido la deferencia de colocar unas cadenas a lo largo de la ascensión para que la gente se pueda apoyar y suba hasta la cumbre con mayor facilidad.
Uluru/Ayers Rock siempre me ha parecido un lugar sugerente, hipnótico, que se yergue en mitad de la llanura majestuoso e inquietante. Supongo que la visión, hace muchos años, de la película de Peter Weir Picnic en Hanging Rock (1975), que narraba de forma melancólica la extraña desaparición de un grupo de escolares en una excursión campestre a un lugar parecido, tuvo mucho que ver con la fascinación que siempre me causaron aquellos parajes.
No es este el único lugar donde me gustaría perderme o esconderme. Habrá más. Desconozco cuando, pero los habrá.